Bologna, Italia – 1923 –2012
La bomba de Hiroshima
La bomba de Hiroshima
quemó mutilando las últimas palabras.
Los huesos calcinados
reverberan el cielo sin aliento.
La hierba para siempre ha invertido el verde,
el árbol tiene su tronco congelado
para siempre, la naturaleza desaparece
para siempre, en el horror del hombre
dentro de un fuego de muerte.
Filas de carros buscan la frontera,
apenas caidas las barreras
de alambre de púa
la gente bebe en las manos rotas
y corre fuerte a esperar lejos
en la llanura, ruinas donde revisar
negras manchas de lava miedo;
en el sol la guerra fue sepelida
con los últimos soldato de piedra dura.
En Japón una nueva ciudad
crece ahora fúnebre violenta
sobre hombres sin vida que al sol
se desollan en las fosas.
Y aquí, es Italia, no entiende, calla,
se contenta de mármoles, de paz
trabajosa, de oraciones oficiales,
de rezos que exorcizan los males.
En el mundo las ocasiones perdidas
son como piedras arrojadas al mar;
en los lugares devastados por la lepra
o refugiados a la sombra a maldecir
no un grano de polvo en el fondo
del ojo encantado que los domina.
Todos los muertos ya fueron olvidados.
El vientre de la esperanza
en el polvo bajo una espada antigua;
años interminables, sin amor,
se clavan con el fuego en la fatiga.
versión del italiano Gabriel Impaglione
se clavan con el fuego en la fatiga.